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El 2025 se perfila como un año crucial para la economía mexicana, que enfrenta un panorama lleno de retos tanto a nivel interno como externo. Tras un 2024 caracterizado por una desaceleración económica, presiones inflacionarias, una depreciación del tipo de cambio y altas tasas de interés, México deberá navegar por una serie de desafíos estratégicos. Estos incluyen una reconfiguración comercial global, posibles conflictos geopolíticos y la incertidumbre interna derivada de factores como las políticas migratorias y las amenazas arancelarias de Estados Unidos. En este contexto, las proyecciones de crecimiento económico varían, con pronósticos moderados de organismos como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Sin embargo, a pesar de las dificultades, sectores clave como telecomunicaciones, turismo y construcción ofrecen posibilidades para una recuperación económica en el mediano plazo.
El 2024 estuvo marcado por un entorno de desaceleración económica, presiones inflacionarias, una depreciación del tipo de cambio y elevadas tasas de interés.
Ahora, 2025 llega como un año decisivo para la economía, México enfrentará varios desafíos estratégicos, a nivel externo, enfrenta una reconfiguración comercial, posibles surgimientos de conflictos geopolíticos; y a nivel interno, la continuación de la desaceleración de la actividad económica, presiones migratorias e inflacionarias, la llegada de Trump con la posible imposición de aranceles, pausas en inversiones por los menores anuncios relacionados al nearshoring, entre muchos otros que desde hoy ya están generando una mayor volatilidad cambiaria.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) pronosticó que la economía mexicana crecería 1.5 % anual en 2025, pronóstico que fue elaborado antes de la victoria de Trump y de sus amenazas arancelarias por lo que en caso de volverse una realidad la situación sería peor para México, algunos mencionan que incluso podría entrar en recesión económica.
Los pronósticos del FMI se basan en riesgos importantes como un menor dinamismo de la economía estadounidense, las reformas constitucionales que alejan la inversión extranjera y el nearshoring, que atrajo inversiones extranjeras importantes durante los últimos años, pero hoy se está apagando.
En noviembre, la Secretaría de Hacienda proyectó que el Producto Interno Bruto (PIB) de México crecerá entre un 2% y un 3%, mientras que la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) anticipa una expansión más moderada de solo 1.2%. El crecimiento anual acumulado hasta el tercer trimestre de 2024 fue de 1.8%, un notable descenso frente al 3.3% registrado en 2023. Se espera que el escenario económico de 2025 sea similar al del año anterior.
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El tipo de cambio se depreció de manera importante en 2024 y se cree que la tendencia será similar en 2025. La incertidumbre que se vive hoy en el país a nivel externo e interno, las deportaciones de Estados Unidos y la inseguridad son factores que ocasionarán que haya menos inversión y exportaciones, menores flujos de remesas y menor turismo lo que a su vez disminuirá el flujo de capitales hacia el país.
De acuerdo con la más reciente Encuesta de Expectativas realizada por Citigroup, el consenso de analistas de las instituciones financieras privadas espera que el peso mexicano termine el año cercano a los 21.00 pesos y para el cierre de 2026, el consenso espera que el USDMXN se ubique en 21.48 pesos por dólar.
Aunque la inflación ha mostrado una tendencia a la baja, los riesgos de un aumento han incrementado. En primer lugar, debido a la significativa depreciación del tipo de cambio, que ha sido la cuarta mayor en cuatro décadas. En segundo lugar, por la prolongada sequía en el sector agropecuario, que está impactando la inflación no subyacente. Y, por último, el aumento continuo del salario mínimo, sin una mejora en la productividad, podría generar presiones sobre los precios al consumidor. Se espera que la inflación se ubique en un nivel cercano a 4% en 2025.
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En cuanto a la política monetaria, se espera que en 2025 se dé un entorno de tasas de interés más bajas en Estados Unidos lo que ocasionaría que Banxico continúe con su tendencia a la baja, el ritmo en que lo haga dependerá de los riesgos que vaya percibiendo la Junta de Gobierno. Analistas proyectan que la tasa de interés concluya el año en un 8.5%, por encima de la previsión gubernamental de 7.0%.
En resumen, las perspectivas económicas de México para 2025 reflejan una recuperación moderada, aunque los desafíos continúan siendo significativos. Si bien algunos observan un posible estancamiento que podría prolongarse, sectores clave como telecomunicaciones, turismo y construcción desempeñan un papel crucial en la recuperación y adaptación al entorno global. La capacidad del país para adaptarse a estos cambios será determinante para asegurar un crecimiento económico sólido y sostenible en el mediano y largo plazo.
La solución a muchos de estos problemas económicos actuales es la implementación de estrategias de cobertura mediante derivados financieros, que con el apoyo de asesores expertos en su gestión, permiten mitigar los riesgos asociados a la volatilidad de los mercados, los precios de las materias primas y las fluctuaciones cambiarias. Estas herramientas financieras podrían ser fundamentales para proteger a las empresas e inversionistas de los efectos negativos de la incertidumbre económica, promoviendo una mayor estabilidad y confianza en el mercado. De esta manera, el uso adecuado de derivados podría contribuir a un entorno económico más resiliente, favoreciendo el crecimiento y la sostenibilidad a largo plazo en México.