En el competitivo mundo de los negocios, mantener y aumentar el valor de una empresa es una prioridad clave para los líderes empresariales. Sin embargo, existen diversos factores que pueden amenazar y destruir este valor en cuestión de tiempo, una y otra vez, los dueños de negocios cometen errores comunes que pueden retroceder en su crecimiento. En la mayoría de las ocasiones, el propietario cree que está haciendo lo correcto para su negocio.
De acuerdo con datos del INEGI, en México solamente el 35% de las nuevas empresas sobrevive después de los cinco años y en conjunto, muchas de las empresas más grandes del mundo experimentaron fuertes caídas en la participación de mercado en 2022 según Companies Market Cap.
En este artículo, exploraremos los 6 errores que pueden ser verdaderos detonantes para la devaluación de una empresa. Desde malas decisiones financieras hasta problemas de gestión, te invitamos a descubrir estos factores críticos y cómo evitarlos para asegurar un crecimiento sostenible y exitoso.
1. Mala gestión del capital de trabajo, no convertir las ganancias en efectivo
Cuando un inversor compra un negocio, el precio que paga refleja su creencia de que recuperará la inversión en ingresos en efectivo más un retorno de la inversión. Incluso se espera que las empresas «nacidas en Internet» que pierden dinero triunfen. Google y Facebook solo comenzaron a generar ganancias en los últimos 5 a 6 años. Del mismo modo, el reciente intento de flotación de WeWork fracasó porque los posibles inversores no creen en el modelo de negocio.
«El efectivo no es el rey», dice Karan Faridoon Bilimoria, fundador de Cobra Beer, «es el emperador». Esto fue después de que su propio negocio, que dedicó muchos años a desarrollar, fuera víctima de la última crisis crediticia y tuviera que ser rescatado.
Sin embargo, una y otra vez vemos que los dueños de negocios reinvierten las ganancias sin cuidado en capital de trabajo. Creen que están mejorando el negocio cuando en realidad podrían estar destruyendo valor. Desarrolla un presupuesto detallado que incluya proyecciones de ingresos y gastos para anticipar las necesidades de capital de trabajo. Optimiza el nivel de inventario para evitar tener exceso de existencias que absorban el efectivo de la empresa e implementa políticas claras de cobro y realiza un seguimiento activo de las cuentas por cobrar para reducir el periodo de cobro y mejorar el flujo de efectivo. En cuanto a los proveedores, la fórmula comúnmente utilizada en los acuerdos de fusiones y adquisiciones en estos días es valorar el negocio sin deudas.
2. No convertir las ganancias en efectivo: gastos de capital excesivos
¿Cuál es la diferencia entre multiplicar utilidades o multiplicar EBITDA para llegar al valor de la empresa?
El EBITDA es la medida general que se utiliza en la actualidad, ya que refleja mejor la capacidad de una empresa para generar efectivo. Sin embargo, ignora la depreciación, que es un intento contable de medir el consumo de activos fijos en el negocio durante un período de tiempo.
Un ajuste típico que se hace a este EBITDA es contabilizar los gastos de capital recurrentes. Este es el nivel anual de reinversión necesario para mantener la capacidad empresarial. Si esto se gestiona de forma deficiente, se considerará una fuga del negocio, al igual que cualquier otro gasto empresarial mal gestionado.
Esto no debe confundirse con el capital de desarrollo que mejora la eficiencia empresarial o genera crecimiento. Sin embargo, la medida importante aquí es relacionar este costo con el rendimiento esperado. Por lo tanto, si gastas 300 000 mil en una máquina nueva que mejora los beneficios en 100 000 mil al año, claramente se ha realizado una inversión inteligente.
3. Problemas normativos, legales o regulatorios
Litigios, sanciones regulatorias o incumplimiento de normas pueden afectar negativamente la reputación y la estabilidad financiera de la empresa. Esto daña la relación con clientes, proveedores y otras partes interesadas, lo que puede disminuir su valor en el mercado. Los problemas legales o regulatorios generan incertidumbre sobre el futuro de la empresa, provocando una disminución en la confianza de los inversores y la valoración de la compañía. Además, la presencia de problemas regulatorios puede crear barreras para el crecimiento y la expansión de la empresa, limitando su capacidad para acceder a nuevos mercados o desarrollar nuevas oportunidades de negocio.
Para evitar problemas legales o regulatorios en una empresa, es fundamental implementar una sólida cultura de cumplimiento y adoptar prácticas adecuadas de gestión de riesgos. Implementa políticas y procedimientos claros que guíen las actividades de la empresa y aseguren que se realicen de acuerdo con las leyes y regulaciones vigentes. Brindar capacitación de forma constante al personal de sobre temas legales y regulatorios relevantes para su trabajo y crear la concienciación y el conocimiento adecuado pueden ayudar a prevenir errores y comportamientos no conformes.
Es importante contratar el apoyo de profesionales especializados en cumplimiento normativo financiero y legal para obtener asesoría y asegurarte de que la empresa cumpla con todas las regulaciones aplicables.
4. No desarrollar un equipo de gestión
Muchos dueños de negocios no logran desarrollar su equipo senior, sino que mantienen un control estricto de todas las decisiones clave. No es una mala fórmula para asegurarse de mantener el control y seguir generando ganancias. Pero, desde la perspectiva de un comprador potencial, es un problema. En la mayoría de los casos, los compradores quieren un negocio que funcione en gran medida por su cuenta día a día, a través de departamentos operativos como compras, ventas y finanzas. Su oportunidad radica donde pueden aumentar el negocio con capital, estrategia y sinergias. Es recomendable tener los procesos bien establecidos y manuales que permitan capacitar de manera sencilla al nuevo personal para que repliquen las tareas que han dado resultado.
Por lo tanto, un trabajo clave de los propietarios es hacerse excedentes para las necesidades del día a día. Necesitan contratar a las personas adecuadas, hacerlos responsables y empoderarlos para tomar decisiones inteligentes.
5. Una oferta personalizada mal planeada
Un distintivo común de muchas empresas es el servicio al cliente hecho a la medida o las líneas de productos que ofrecen. A los clientes les encanta: obtienen algo único, se vuelven leales, lo recomiendan a otros clientes y, en teoría, gana más dinero con cada venta. El problema es cuando la empresa crece y esto requiere cada vez más esfuerzo. Cada cliente también puede establecer sus propios términos de lo que cree que es un gran servicio o producto. Hoy en día, esto puede dar lugar a malas críticas que pueden dañar la reputación de la marca sino se estipula lo que significa un “gran servicio” y queda claro para ambas partes.
En esencia, una oferta personalizada o hecha a la medida es difícil de mantener cuando no existen límites claros para el cliente. Por otro lado, cada venta debe negociarse individualmente, lo que puede generar incertidumbre desde el punto de vista del comprador potencial del negocio. Esto se refleja en un múltiplo de ganancias más bajo.
En resumen, el dueño de un negocio debe tener una comprensión clara de cómo crea valor para un comprador potencial y este, es uno de los errores clásicos que destruyen el valor.
6. Gobierno corporativo deficiente
La reputación y la imagen pública de una empresa, especialmente en nuestra era digital actual, se nutren continuamente con mayor cautela. Desde la disminución del valor de las acciones de una empresa hasta la pérdida de la confianza de las partes interesadas, el gobierno corporativo deficiente y las percepciones negativas hacia una marca pueden tener consecuencias devastadoras para cualquier empresa.
Esencialmente, el gobierno corporativo se refiere a un sistema de reglas, prácticas y procesos a través del cual se dirige y controla una empresa, identificando quién tiene poder y capacidad de toma de decisiones, así como reconociendo quién también tiene responsabilidad dentro de la empresa. Su objetivo es establecer los procesos y controles más efectivos que permitan a la empresa alcanzar sus metas y garantizar que las partes interesadas se sientan cómodas y seguras de que su confianza en una compañía está bien fundada. Por lo tanto, cada vez que una empresa se desvía de su estrategia, puede debilitar la confianza de las partes interesadas y la confianza que depositaron en esa empresa, ya que indirectamente se les envía un mensaje de que no se puede confiar en la organización. Como resultado, las partes interesadas pueden sentirse engañadas y si esto es grave, los inversores y accionistas comienzan a vender acciones de la empresa si sienten que las malas decisiones están afectan el futuro inmediato de la organización. Esto puede iniciar un efecto dominó de consecuencias devastadoras para la empresa, lo que provocaría la caída de los precios de las acciones y una disminución paulatina de su valor general.
Te recomendamos establecer políticas y procedimientos claros y efectivos que promuevan la integridad y la ética en todas las actividades de la empresa. Fomentar la comunicación abierta y honesta entre la alta dirección, el consejo de administración y los empleados, así como, garantizar la equidad y la igualdad de oportunidades; incluyendo accionistas, empleados, clientes y proveedores. Realiza una gestión de riesgos efectiva y proactiva para mitigar posibles amenazas y detectar oportunidades.
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